HABÍA UN niño que se llamaba Rafael. Él era muy obediente y todo lo que aprendía en la EBI sobre la Palabra de Dios, practicaba con mucha alegría. En una de las clases, la educadora enseñó el Salmo 112.1-4, que habla sobre las bendiciones que recibimos de Dios a través de la obediencia. Ella lo explicó tan bien, que Rafael consiguió entender que feliz es aquel que teme a Dios y tiene placer en obedecer a Sus mandamientos.
El niño se quedó tan interesado sobre el asunto que, en el carro, volviendo de la escuela, quiso saber del padre si el siempre obedeció a Dios con alegría. El Sr. Augusto aprovecho la oportunidad para no solo responder al hijo, pero , también, enseñarle que la Biblia dice que feliz es el hombre que respecta a Dios, cumple Sus mandamientos, y que la generación de la persona fiel y justa seria bendecida. Y como todo niño, Rafael se puso curioso para saber quién era la generación de su padre y él le dijo: Mi generación eres tú, un hijo obediente, estudioso y que también se alegra de las cosas de Dios. Disfrutemos de estas bendiciones porque yo y tu madre siempre obedecemos a Dios con alegría.
La conversación de los dos continúo y el Sr. Augusto continúo contando para su hijo sobre las maravillas que la Biblia dice y cuanto a Dios los había bendecido, pues poseían una linda casa, mesa llena, buenas ropas, carro, alegría y paz. ¡Ah que maravilla! Qué maravilla es amar y respectar a Dios.
CONCLUSION:¡Ah! Qué maravilla es amar, respectar y obedecer a Dios… ¿No es cierto niños? A partir de aquel día, Rafael entendió que feliz era la persona que teme a Dios. ¿Quién de aquí desea ser feliz? Entonces ahora ustedes conocen el camino: respectar y amar a Dios.
El niño se quedó tan interesado sobre el asunto que, en el carro, volviendo de la escuela, quiso saber del padre si el siempre obedeció a Dios con alegría. El Sr. Augusto aprovecho la oportunidad para no solo responder al hijo, pero , también, enseñarle que la Biblia dice que feliz es el hombre que respecta a Dios, cumple Sus mandamientos, y que la generación de la persona fiel y justa seria bendecida. Y como todo niño, Rafael se puso curioso para saber quién era la generación de su padre y él le dijo: Mi generación eres tú, un hijo obediente, estudioso y que también se alegra de las cosas de Dios. Disfrutemos de estas bendiciones porque yo y tu madre siempre obedecemos a Dios con alegría.
La conversación de los dos continúo y el Sr. Augusto continúo contando para su hijo sobre las maravillas que la Biblia dice y cuanto a Dios los había bendecido, pues poseían una linda casa, mesa llena, buenas ropas, carro, alegría y paz. ¡Ah que maravilla! Qué maravilla es amar y respectar a Dios.
CONCLUSION:¡Ah! Qué maravilla es amar, respectar y obedecer a Dios… ¿No es cierto niños? A partir de aquel día, Rafael entendió que feliz era la persona que teme a Dios. ¿Quién de aquí desea ser feliz? Entonces ahora ustedes conocen el camino: respectar y amar a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario