Raquel era una niña muy bella, de cabellos largos y llenos de bucles. Pero su belleza se escondía atrás de su rostro triste. La niña vivía en una casa grande, con sus padres hermana y hermano. Los días de Raquel eran muy agitados, pues ella realizaba muchas tareas como estudiar, practicar deportes, ayudar en casa y hacia ballet.
Ella era una buena niña, educada y amable, pero vivía triste. Todo era motivo para entristecerse y quedarse enojada. Si la amiga de la escuela no la saludase si ella se equivocase en algún paso de ballet, ella se quedaba triste. Cuando Raquel pedía algo para su mamá y tardaba un poco en ser atendida, la niña lloraba sin parar y se quedaba así el día entero.
Un día Raquel estaba en la clase de ballet y, al final de la clase, Anita, su amiga, se sentó a su lado y le preguntó:
— Raquel, me he dado cuenta que tú siempre estas con el rostro triste, y hoy tú estás peor que los otros días. ¿Por qué estas así?
— ¡Ah! Estoy así por muchos motivos: me saque una nota baja en matemática, mi mamá me retó y yo quería ser diferente, pues no quiero tener los cabellos llenos de bucles.
— Raquel tú eres importante para Jesús de la forma que tú eres. Él te ama y desea que tú seas libre de esta tristeza.
— Pero como, Anita, si todo me deja triste. Respondió Raquel.
— En primer lugar: si estudias y pides a Dios sabiduría, entonces sacaras buenas notas y tu madre no se enojara mas contigo. Yo también era triste, pero aprendí en la EBI que Jesús es mi grande mejor amigo que siempre esta de mi lado y que me ama de la forma que soy, entonces no tengo motivos para quedarme triste.
En aquel momento, Anita estaba enseñando algo muy importante para Raquel. ¿Saben lo que ocurrió? Raquel respondió también que deseaba tener a Jesús en su corazón, y que le gustaría ir a la EBI. Al otro día, ellas se encontraron y fueron juntas para la iglesia.
A partir de aquel día, Raquel y toda su familia aceptaron a Jesús y la niña pasó a ser feliz. En el libro de Proverbios está escrito que cuando la persona tiene un corazón alegre, el rostro es bonito; pero cuando el corazón es triste, la persona se queda abatida.
Así como Raquel, muchas personas viven abatidas porque su corazón está triste; pero cuando la persona tiene a Jesús en su corazón, entonces todos ven la alegría en sus rostros.
Raquel era una niña muy bella, de cabellos largos y llenos de bucles. Pero su belleza se escondía atrás de su rostro triste. La niña vivía en una casa grande, con sus padres hermana y hermano. Los días de Raquel eran muy agitados, pues ella realizaba muchas tareas como estudiar, practicar deportes, ayudar en casa y hacia ballet.
Ella era una buena niña, educada y amable, pero vivía triste. Todo era motivo para entristecerse y quedarse enojada. Si la amiga de la escuela no la saludase si ella se equivocase en algún paso de ballet, ella se quedaba triste. Cuando Raquel pedía algo para su mamá y tardaba un poco en ser atendida, la niña lloraba sin parar y se quedaba así el día entero.
Un día Raquel estaba en la clase de ballet y, al final de la clase, Anita, su amiga, se sentó a su lado y le preguntó:
— Raquel, me he dado cuenta que tú siempre estas con el rostro triste, y hoy tú estás peor que los otros días. ¿Por qué estas así?
— ¡Ah! Estoy así por muchos motivos: me saque una nota baja en matemática, mi mamá me retó y yo quería ser diferente, pues no quiero tener los cabellos llenos de bucles.
— Raquel tú eres importante para Jesús de la forma que tú eres. Él te ama y desea que tú seas libre de esta tristeza.
— Pero como, Anita, si todo me deja triste. Respondió Raquel.
— En primer lugar: si estudias y pides a Dios sabiduría, entonces sacaras buenas notas y tu madre no se enojara mas contigo. Yo también era triste, pero aprendí en la EBI que Jesús es mi grande mejor amigo que siempre esta de mi lado y que me ama de la forma que soy, entonces no tengo motivos para quedarme triste.
En aquel momento, Anita estaba enseñando algo muy importante para Raquel. ¿Saben lo que ocurrió? Raquel respondió también que deseaba tener a Jesús en su corazón, y que le gustaría ir a la EBI. Al otro día, ellas se encontraron y fueron juntas para la iglesia.
A partir de aquel día, Raquel y toda su familia aceptaron a Jesús y la niña pasó a ser feliz. En el libro de Proverbios está escrito que cuando la persona tiene un corazón alegre, el rostro es bonito; pero cuando el corazón es triste, la persona se queda abatida.
Así como Raquel, muchas personas viven abatidas porque su corazón está triste; pero cuando la persona tiene a Jesús en su corazón, entonces todos ven la alegría en sus rostros.
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